Vivir

Filed under , , , by Isabel Soriano on 17:24

0

Hace unos días hablaba de la interrupción voluntaria del embarazo, de la importancia de su regulación, del avance supone en cuanto a la libertad de la mujer y la necesidad de trabajar en garantizar una correcta educación sexual como la forma más eficaz para prevención de embarazos no deseados.

Mencioné también, porque es de obligada mención al tocar este tema los colectivos en contra del aborto (Iglesia, Partido Popular y asociaciones antiabortistas), que hacen de la vida su insignia intentando transmitir la idea de que todos los que no opinamos como ellos estamos contra la vida o sencillamente no nos importa destruirla.

Esto viene a colación porque precisamente la semana pasada todos los que creemos que la ciencia ofrece grandes posibilidades nos enorgullecíamos y emocionábamos ya que gracias a la selección genética, Andrés, un niño gaditano fue transplantado de medula con éxito en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Andrés vivirá libre de la grave enfermedad congénita que ha sufrido durante sus siete años de vida y a la que difícilmente hubiera logrado sobrevivir, sin embargo gracias a su hermano Javier, un niño seleccionado genéticamente el ‘milagro’ ha sido posible, un milagro en el que de haber intervención divina nuestros representantes en la tierra no se han enterado.

Curiosamente los que contra el aborto enarbolaban la bandera a favor de la vida, hablan de la selección genética como ‘practicas horribles e inaceptables’ al considerar que se destruyen vidas humanas e incluso hablan de la conversión del hombre en un mero instrumento. Llegados a este punto me pregunto, ¿quién esta contra la vida?.

Y me parece francamente curioso que estos particulares "defensores de la vida” ante un caso como este antepongan a una vida creada y desarrollada, despreciando los vínculos afectivos entre una vida nacida y sus progenitores, la defensa de embriones que por ser incompatibles con el fin que se persigue (algo tan noble como devolver la salud), son destruidos, embriones que no dejan de ser células en una probeta.

En nombre de la moral - curiosa moral la suya -, la Iglesia y sus correligionarios hablan de destrucción de embriones y consideran por tanto destrucción de la vida, imagino que su preocupación es la de salvar almas, las almas de unas células en un tubo de ensayo, yo sin embargo, prefiero compartir la felicidad de unos padres que ahora saben que su hijo no morirá por esta enfermedad.

Tal como era de prever, ante la proximidad de la aprobación de la ley de plazos la Iglesia se ha manifestado, esta vez se supera a si misma en ingenio, su hipocresía va mas allá del disparate. Lo último en extravagancia teológica es afirmar que se defiende más a la fauna y flora que a los no nacidos. Y yo me pregunto quién protege a la sociedad de su intolerancia y sus continuaos ataques contra la libertad.

Comments Posted (0)