Volando Bajo |Isabel Soriano

Que un personaje capaz de mover a tanta gente como es el Papa se manifieste y lo haga con la contundencia y la falta de respeto con la que lo ha hecho Benedicto XVI, merece cuando menos una respuesta igualmente irrespetuosa por parte de los que consideramos que la institución que él representa denigra toda libertad.
Su opinión moviliza a sus integristas católicos, fundamentalistas cristianos que elevan su desprecio a la máxima expresión para seguir cargando aún con más odio contra homosexuales, contra el divorcio, contra la libertad de interrumpir el embarazo y contra todos los que entendemos el respeto como algo universal, contra los que tenemos claro que la libertad propia acaba donde empieza la de cualquier otro, contra quienes si estaríamos dispuestos a respetar la iglesia si ésta no atentara contra las personas en función de quienes son o como han decidido vivir.
Era previsible y hemos comprobado su reacción, los hemos vistos en la misa de apoyo a la familia de este fin de semana, congregaciones de fieles rezumando odio hacia todo lo que consideran contrario a su fe, a todo lo que resulta distinto a lo que su intolerancia quiere soportar, congregaciones promovidas por Rouco Varela encarnado en Torquemada del siglo XXI, interviniendo no en lo físico pero si en lo psíquico, anulando toda capacidad de oposición al único criterio que toma por posible.
Dicen que su palabra es palabra de Dios, insultando con ello a cualquier Díos que consideremos bondadoso, curia de doble rasero que con su hipócrita vara de medir defienden a aquellos que forman parte de su farsa divina, y acogen y protegen en sus ostentosos faldones no solo a curas de la condición y “faltas” que critican si no aun peor, a pederastas y delincuentes que abusan del poder que les confiere la iglesia para cometer sus desmanes.